Obra Primorosa…

Al estar pasando por el libro de Éxodo estos días me topo de nuevo con esa frase: «obra primorosa»…

Dios usó esta frase varias veces cuando da las instrucciones a Moisés de cómo debía ser hecho todo afuera y adentro del tabernáculo que los Israelitas habrían de construir a medida avanzaban por el desierto.

«Primorosa»...de esas palabras de las cuáles uno dice: «Ya voy a buscar el significado de esta palabra a fin de entender mejor lo que todo esto quiere decir»…pero, por no interrumpir tu lectura, lo pospones y lo pospones…y te quedas con el concepto adivinado…con lo que crees que aquella palabra «ha de querer decir». En esta ocasión dije: «¡basta de haraganerías!…la busco ya»

Primorosa, según la Real Academia Española es un adjetivo que significa: «que se hace con delicadeza, excelencia y perfección» .  Vaya cosa…no era lo que yo creía.

¿Sabes?… Me deja asombrado: cada cosa que se construiría dentro y fuera del lugar en el que Dios iba a venir a habitar con su pueblo, debía ser hecho con delicadeza, excelencia, y perfección.

Al estar pastoreando, uno trata con vidas…cuerpos y almas que se han arrepentido. Allí ha entrado a habitar el mismísimo Dios. Por lo tanto, al edificarles, instruirles, limpiar sus corazones con la Palabra, disponer cada milímetro de espacio en el que Dios habita…esa especial obra, debe ser hecha con delicadeza. No existe tal cosa como «pastorear ásperamente» (ni a oxímoron ha de llegar tal frase)…de ninguna manera…Es con ternura y delicadeza…es con muchísimo amor sacrificial. Si se va a hacer ásperamente…llena de imperfecciones porque lo hacemos «solo por salir del paso», mejor apaguemos la luces y vámonos…dediquémonos a otra cosa menos a esto. Porque las personas son almas que sienten y piensan y deben ser tratadas y edificadas con amor…con excelencia  y perfección, también, porque allí va a vivir Dios, si no es que ya vive allí. Son el tabernáculo moderno.

Me pone bajo gran convicción: La próxima vez que me siente a presentar el evangelio a alguien, o que me siente a edificarle con la palabra, o a aconsejar con la misma, lo haré con delicadeza, con excelencia y con la mayor perfección posible. Allí ha de habitar Dios…no hay una segunda opción.

¡Ten un gran día hoy!

n.r.